El acto de chuparse el dedo es una actividad normal en algunos niños al nacer. Los bebés succionan para obtener alimentos, explorar el mundo y tener sensaciones orales placenteras. Se cree que los niños aprenden a asociar lo relativo a la succión con la idea de la ternura.
La experiencia enseña que el hábito de “chuparse el pulgar o los dedos” de forma prolongada y enérgica, puede alterar profundamente el desarrollo de la boca y la posición de los dientes causando graves problemas dentales que alteran la apariencia del niño, los dientes anteriores superiores (incisivos) se ven muy saltados y los labios muy sobresalientes.
A medida que el niño empuja con el dedo el paladar, éste se estrecha y se hace mas profundo y alargado, haciendo que los dientes superiores se vean mas prominentes y resaltados que los dientes inferiores. Si el hábito persiste después de los seis años, se puede producir deformación dental que afectará a los dientes permanentes y al hueso maxilar que los sostiene. El niño tendrá los dientes muy salidos y desalineados, afectando la apariencia estética e su cara y también la función masticatoria puesto que los dientes anteriores o incisivos no son utilizados para partir alimentos pudiendo afectar el proceso normal de la digestión.
Otros problemas asociados con la succión del pulgar o de los dedos son:
- aumento del riesgo de enfermedades infantiles como consecuencia de estar constantemente tocando cosas contaminadas y llevando los dedos a la boca,
- el desarrollo de problemas o defectos de pronunciación (ceceo),
- mantener la boca abierta por no poder cerrar los labios,
- ser objeto de burla por parte de otros niños de la escuela por el aspecto de sus dientess.
El hábito de chuparse los dedos puede ser modificado después de los cinco años con la ayuda del Especialista en Ortodoncia, quien luego de realizar el diagnóstico del daño provocado en la boca y los dientes del niño, colocará un pequeño aparato sobre el paladar apoyado en las molares. Este dispositivo conocido como canastilla lingual no afecta al niño, pero lo desestimula a llevarse los dedos a la boca logrando controlar el mal hábito. Una vez que el Ortodoncista logra su objetivo, retira el aparato de la boca, valorando si es necesario realizar algún otro tratamiento para corregir las deformidades ocasionadas por los dedos en la boca. Entre mas temprano se ataca el problema de la succión del dedo, menos secuelas presentará el niño y más rápido se obtendrán resultados.
